La astenia otoñal afecta a muchas personas todos los años. Es un mecanismo de adaptación del cuerpo humano y por regla general no es motivo de alarma.

La astenia es un síntoma que afecta principalmente a las personas entre 20 y 50 años, y con más intensidad a las mujeres que a los hombres. Es un conjunto de trastornos  caracterizado por una sensación generalizada de cansancio, fatiga y debilidad física y psíquica. 

Una de las más populares es la astenia primaveral, pero el otoño que se sitúa en las “antípodas del calendario”, también es una época característica para que se presenten síntomas asténicos. 

Con el otoño llega el descenso de las temperaturas, la lluvia, los cambios horarios, la disminución de las horas de luz, etc. Y no todas las personas se adaptan bien a los cambios de estación y rutina. Además de los factores ambientales, también influyen factores psicológicos como la vuelta al trabajo o a los estudios, la agenda se hace más estricta, y se avecina una época de grandes esfuerzos. 

El cuerpo humano necesita adaptarse a estos cambios, en concreto varios días o semanas, por eso la astenia otoñal en principio nunca debe ser motivo de alarma. Se manifiesta con síntomas como cansancio, somnolencia, apatía, e incluso, un notable descenso del deseo sexual.

Estas son las recomendaciones más destacadas para pasar la astenia otoñal: 

- Descansar más de lo común. Respetar las 8 horas de sueño diarias.

- No planificar demasiadas actividades.

- Aprovechar las horas de luz natural. Dar un paseo y tomar un poco el sol de otoño.

- Descansar varios minutos en el trabajo.

- Distraerse con algún hobby. Siempre y cuando sea relajante, motivador y ayude a distraerse.

- Dieta energética. Incorporar muchas frutas y verduras y desayunar en abundancia..

- Ayuda suplementaria. Si los síntomas son fuertes, visitar al médico; pero si son moderados (y es necesario) se puede complementar con algún complejo vitamínico, con alto contenido en aminoácidos y ginseng.

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