Para un bailarín o bailarina, la adolescencia es una etapa doblemente difícil, ya que el cuerpo no responde de la misma forma a los entrenamientos.

El propósito de realizar cambios en el entrenamiento del bailarín durante estos años especiales es hacer que la clase de danza sea físicamente menos exigente.

  • Reducir los movimientos como los pliés al comienzo de la clase con el cuerpo frío ya que la presión en el interior de la rodilla es enorme durante las flexiones profundas de las mismas y es probable que se produzcan algunas lesiones.
  • Reduzca la cantidad de ejercicios de “alto impacto” en las secuencias de saltos continuados sobre una pierna en el último tramo de la clase. Estos ejercicios se podrían sustituir por ejercicios de acondicionamiento adicionales o práctico individual para responder al feedback.
  • Aumente la cantidad de tiempo dedicada a la corrección de las posturas: si las posturas se corrigen, sobre todo si se ofrece ayuda al alumno para que encuentre un nuevo centro de gravedad, el bailarín se sentirá, por lo general, más seguro.
  • Reduzca la cantidad de trabajo de puntas en posiciones peligrosas con apoyo en una sola pierna en el centro.
  • Aumente la cantidad de tiempo dedicada a los ejercicios de calentamiento o a la preparación física. La natación es una actividad ideal para estas edades, ya que los niveles físicos pueden mejorarse en una situación en la que no se soporta peso.
  • Disminuya la cantidad de tiempo dedicada a las secuencias en las que se arrodilla, tanto en los ejercicios de jazz, como en los de danza moderna.
  • Los chicos deben reducir los portés en pas de deux, y comprobar que la columna vertebral y la pelvis están en la posición adecuada en el momento de sostener a su pareja.
  • Aumente el tiempo dedicado a la adquisición de la propiocepción: mantener el equilibrio con el peso apoyado en un pie con los ojos cerrados es un ejercicio ideal.
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