Para la mayoría de los mortales, es difícil imaginar cómo un servicio prácticamente gratuito y sin publicidad puede ser rentable. Aquí te lo explicamos.

Es extraño encontrar a alguien sin smartphone, pero es todavía más extraño encontrar a alguien que, teniendo smartphone, no tenga instalada la aplicación WhatsApp. Pues aquí está una de las claves de la popular aplicación de mensajería para móviles.

 

Ya sabemos que WhatsApp es una aplicación para móviles inteligentes que nos permite enviar y recibir mensajes en el acto de forma casi gratuita, por menos de 1 € al año. Y también sabemos que, además, WhatsApp no se limita a eso, sino que también nos permite enviar un número ilimitado de imágenes, vídeos y audios, así como crear grupos. Esta es una de las razones fundamentales de su éxito: nos permite ahorrar mucho dinero. Pero al mismo tiempo tiene otro factor añadido, casi todas las aplicaciones gratuitas o, como en este caso, semigratuitas, se financian a través de publicidad, lo que al final se traduce en mensajes publicitarios permanentes que molestan al usuario, interrumpiendo su experiencia en la mayor parte de los casos. WhatsApp, sin embargo, ha renunciado a esta forma de conseguir beneficio económico, pero esto no significa que no sea rentable. ¿Cómo lo hace?

 

La respuesta está en los fondos de inversión, a través de ellos, las compañías invierten dinero en empresas con buenas expectativas de crecimiento, en este caso, WhatsApp. ¿Qué obtienen a cambio de su inversión? Si la empresa en la que se invierte adquiere beneficios o es vendida, las compañías obtienen su beneficio correspondiente, en función de la inversión que hayan realizado. Por lo tanto, a mayor número de usuarios de WhatsApp, mayor inversión de otras compañías.

 

Puede parecernos un tanto abstracto, porque las compañías parecen invertir a ciegas, sin saber si van a obtener beneficios. Sin embargo, este sistema funciona y encontramos numerosos casos de éxito. Por ejemplo, Youtube en un principio era todo gastos y beneficios casi inexistentes, hasta que Google lo compró por la friolera de 1.600 millones de dólares.

 

Además de los fondos de inversión, la compañía de WhatsApp tiene un negocio paralelo: ofrece una API a diferentes desarrolladores para que la integren en sus aplicaciones. Esto es una interfaz que permite a los usuarios compartir cualquier tipo de contenido a través de WhatsApp, como el “Me Gusta” de Facebook que aparece al pie de millones de webs de todo el mundo.

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