La etiqueta de la leche nos informa, además de sus nutrientes, del tipo de técnica que se ha utilizado para preservar su conservación.

Cuando vamos al supermercado, compramos muchas veces sin prestar atención al contenido de envases y etiquetas. Sin embargo, estos nos ofrecen valiosa información sobre el producto, que puede determinar en muchas ocasiones nuestra decisión de compra. En este manual nos centraremos en descifrar las etiquetas de la leche, que, entre otras cosas, nos informan sobre el proceso empleado en su producción para preservar la conservación del producto.

Las leches que podemos encontrar en nuestro supermercado habitual se clasifican cuatro categorías:

 

Leche pasteurizada: la leche se somete a temperaturas suaves, por debajo de los 100 grados, que destruyen los microorganismo patógenos sin destruir los nutrientes de la misma. Este tipo de leche debe conservarse en la nevera, incluso antes de abrirla, y es el tipo de leche más perecedera, pues se recomienda su consumo en 2 ó 3 días.

 

Leche UHT (Ultra Hight Temperature): la leche es tratada mediante un proceso térmico con temperaturas más elevadas, entre 128 y 150 grados, lo que favorece su larga duración, pues se destruyen casi todos los microorganismos patógenos, aunque se empobrece el contenido en nutrientes. Antes de abrirla, puede conservarse a temperatura ambiente hasta tres meses.

 

Leche uperisada: la leche es tratada a una temperatura constante de 148 grados, manteniendo todo su contenido proteico. Como la leche UHT, puede conservarse en el envase cerrado a temperatura ambiente hasta tres meses.

 

Leche esterilizada: la leche es tratada combinando altas temperaturas durante un tiempo elevado, destruyendo todos los microorganismos y esporas. Debido a este procedimiento tan intenso, este es el tipo de leche que más nutrientes pierde, aunque también la que mejor aguanta el paso del tiempo, pues puede conservarse en el envase cerrado a temperatura ambiente hasta seis meses.

 

Imagen: Marina Shemesh

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