Facebook ha reemplazado la parte social que tenían los antiguos mercados, pero no se vende como en un mercado, porque es una comunidad.

Tienes ante ti el quinto de los 12 mini-manuales sobre cómo vender en Internet que puedes encontrar en este sitio web y que están basados en el libro “SocialCommerce, 100 Consejos para Vender en Internet” (publicado en Algón Editores).

Facebook es la plaza del pueblo de toda la vida. Ese lugar donde se solía poner el mercado los sábados. En el mercado del pueblo, los sábados era el centro del comercio, allí llegaban los agricultores de distintos lugares, los ganaderos con sus ovejas y los ambulantes que siempre traían las novedades al pueblo.

Pero además de esa función puramente comercial, la actividad fundamental de la plaza era la de intercambio de información. Allí se comentaba el estado de los productos de los distintos comercios, las novedades sociales, se recomendaban productos o establecimientos y se criticaba a otros. El comerciante del pueblo que no sabía lo que se decía en la plaza estaba perdiendo información muy relevante. La plaza, el bar, la peluquería han sido durante muchos años el lugar donde se intercambiaba información.

Ahora todo eso ocurre en Facebook: se intercambia información, se comenta, se recomienda. También se comercia de forma limitada. Pero lo fundamental es que interviene en las decisiones de compra:

  • Interviene antes de la compra recabando información y recomendaciones.
  • Durante la compra.
  • Y, por supuesto, una vez realizada al comentar nuestros gustos o experiencia.

Un error habitual de las empresas que quieren empezar a realizar acciones en Facebook es pensarse que están ante un canal de ventas. Eso es un error. Facebook es un lugar de encuentro de gente y no de marcas o de productos. Evidentemente a las empresas les interesa participar en esa conversación y que sus marcas adquieran reconocimiento, sin embargo no deben ser las protagonistas de esa conversación. Debemos dejar que sean los propios usuarios los que hablen por nosotros o de nosotros. Eso sí, incentivémoslos, pongámoselo fácil para que hablen de nosotros y hablen bien.

Convirtamos a cada cliente satisfecho en un prescriptor en un agente comercial que nos ayude a seguir creciendo.

Por eso debemos procurar que alrededor de nuestros productos se genere una comunidad, si por ejemplo hablamos de jamon iberico será fácil que una comunidad de extremeños lo asuman como propio y nos ayuden en la promoción de los productos de su tierra. Pero si pensamos en deportes, sea yoga, golf o buceo, nos encontraremos también que cada practicante de ese deporte será el mejor abanderado de nuestra marca. Pensemos en la persona que es capaz de hablar a los miembros de la comunidad desde dentro. Su comentario tendrá mucho valor, ya que el resto de la comunidad lo percibirá como “uno de los nuestros”.

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