La obra de este poeta toledano rompió con los moldes de la literatura medieval en España.

Garcilaso de la Vega es considerado uno de los mejores poetas españoles de todos los tiempos. Fue un caballero del Renacimiento, soldado, empedernido lector y refinado escritor y poeta. Su obra destacó por imprimir un nuevo rumbo a la poesía de la época que le tocó vivir.

Nació en Toledo a comienzos del siglo XVI. Luchó con las tropas de Carlos I en la Guerra de las Comunidades y participó en varias campañas militares. Formó parte de la Orden de Santiago. Contrajo matrimonio con doña Elena de Zúñiga, aunque Isabel Freire (inspiradora de gran parte de su obra) fue el amor de su vida.

Sufrió destierro y vivió algunos años en Nápoles, donde se empapó de la cultura renacentista y de la poesía italiana. Este hecho marcó, profundamente, su obra posterior. Francesco Petrarca y otros autores posteriores se convirtieron en sus referentes, a partir de aquel momento.

La obra de Garcilaso, compuesta por sonetos, canciones, elegías, epístolas, églogas etc., es el máximo exponente del Renacimiento en Castilla. Pasó a ser el referente del nuevo rumbo de la poesía en aquel momento histórico, ejerciendo gran influencia sobre toda la lírica castellana.

Gracias a este autor, se produjo una escisión formal y temática con la obra de la Edad Media.

En definitiva, Garcilaso de la Vega importó hasta España las nuevas tendencias renacentistas italianas, personificadas en Petrarca, aunque les imprimió su impronta personal. La mayor parte de su obra está dedicada al amor terrenal, rompiendo, de esa manera, con las creencias medievales que unificaban lo terreno y lo divino, lo natural y lo sobrenatural.

 

 

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