No se trata de una cuestión de estética, sino más bien de un problema de cocinado que se solucionó de la forma más simple.

El origen de este popular dulce conocido en todo el mundo no está del todo claro, aunque hay más o menos consenso en que se remonta a Holanda, en la Edad Media, donde era conocido como olykoek, que podríamos traducir como bizcocho aceitoso. Por entonces el donut era un bollo frito que no tenía agujero y que llegó a Nueva Ámsterdam, la que hoy es Nueva York, alrededor del siglo XVII. Pero este bollo presentaba problemas en su cocción y, casi siempre, el centro quedaba crudo.

Hay que esperar dos siglos, hasta el siglo XIX, para que el donut vaya adquiriendo su sabor peculiar que lo diferencia de otras piezas de bollería. Elizabeth Gregory, madre de un marinero que transportaba especias, hizo una mezcla de canela, nuez moscada y limón para aderezar el donut e ideó un “camuflaje” para el defecto del centro, colocando en él nueces y avellanas. Fue este hecho el que dio origen al nombre donut: de dough, masa, y nut, fruto seco. Poco después, sería el hijo de Elizabeth el que solucionaría el problema de cocción: Hanson desenroscó la tapa de un pimentero y cortó el centro del donut con él, quedando este suculento dulce completamente cocido.

 

Imagen: Salim Virji

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