El valor de una empresa no reside sólo en sus infraestructuras o su fondo monetario, sino también es otros aspectos como su marca, su identidad visual corporativa o su relación con el cliente.

A la hora de valorar una empresa, es habitual que pensemos en sus recursos económicos y materiales (edificios, maquinaria…), los conocidos como activos tangibles, y puede que pasen desapercibidos otros activos igual de importantes, los intangibles. ¿Qué conocemos como activos intangibles?

 

Como su nombre indica, los activos intangibles de una empresa son aquellos activos inmateriales, pero que, al igual que los activos tangibles, son elementos generadores de valor y que suponen para la empresa ventajas competitivas. Ejemplos de activos intangibles son la marca, la identidad visual corporativa, la comunicación institucional, las patentes y licencias, la atención al cliente, la fidelización del cliente…

 

Se calcula que el valor de los activos tangibles de una empresa supone tan sólo un tercio de su valor de mercado, el resto, por lo tanto, reside en sus activos intangibles. Éstos son muchas veces determinantes en la toma de decisiones de los inversores, por ejemplo, una marca puede suponer un 80 o un 90% del valor de una empresa, como en el caso de grandes corporaciones internacionales.

 

Concluimos así que el valor de una empresa es la suma de sus activos tangibles e intangibles.

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