El envejecimiento no sólo tiene una causa biológica, sino que en él intervienen multitud de factores, tales como nuestro estilo de vida, el ambiente en que vivimos, la alimentación que llevamos o el ejercicio físico que realizamos.

Nuestra genética supone un 30% al envejecer, el otro 70% depende de nosotros. Es decir, adoptando diversos cambios en nuestra forma de vida, es posible ralentizar el proceso de envejecimiento.

 

Para entender cómo envejecemos, hemos de diferenciar entre edad cronológica y edad biológica. La edad cronológica es la que abarca el tiempo que ha transcurrido desde nuestro nacimiento, “tengo 30 años”. La edad biológica es el desgaste que ha sufrido nuestro organismo a lo largo del tiempo, “aparento 50 años”. Cuando decimos que alguien “ha envejecido mal”, es que su edad biológica está muy por encima de su edad cronológica. Y es que el desfase entre una y otra puede ser increíble.

 

¿Cómo podemos saber cuál es nuestra edad biológica? Mediante un análisis de longitud telomérica. Los telómeros son los extremos de los cromosomas lineales, una especie de capucha que protege el material genético. Con el tiempo y las divisiones que producen diversos factores como enfermedades o el estilo de vida, su longitud se va acortando hasta la muerte celular, la longitud de los telómeros es un marcador del grado de envejecimiento del organismo y de la esperanza de vida. La telomerasa, por su parte, es la enzima responsable de la vida del telómero. Añade al cromosoma varias copias de ADN, formando un bucle que protege al cromosoma del ataque de otras enzimas. La acción de la telomerasa sólo se da de manera natural en ciertas etapas de la vida, en las que la división celular se produce de forma muy acelerada, por eso es importante cuidar de nuestros telómeros llevando un estilo de vida saludable, la mejor receta para alargar nuestra edad biológica.

 

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