El tulipán es conocido por buena parte de la población mundial como uno de los símbolos de Holanda. Sin embargo, no es una especie autóctona del país, ¿cómo llegó hasta allí y por qué se mantuvo su cultivo?

Los tulipanes llegaron a los Países Bajos allá por el siglo XVI, procedentes del Imperio Otomano (actual Turquí), donde eran considerados flores sagradas y adornaban los trajes de los sultanes. El embajador austriaco en Turquía, Oiger Ghislain de Busbecq era floricultor aficionado y, cuando regresó a Europa, lo hizo con algunos bulbos de tulipanes bajo el brazo para los Jardines Imperiales de Viena. Allí trabajaba el botánico Carolus Clusius, quien, en 1563, dejaría su trabajo para trasladarse como profesor a Holanda, con una pequeña colección personal de bulbos de tulipanes.

 

Carolus comenzó a cultivar variedades exóticas que guardaba estrictamente hasta que, una noche, alguien robó sus bulbos. El suelo holandés resultó ser idóneo para el cultivo de tulipanes, que se extendió por todo el país. Pero no solo eso, sino que los tulipanes cultivados en Holanda eran afectados por un parásito que les transmitía el virus,Tulip Breaking Potyvirus, responsable de su gran variedad cromática, lo que los hacía más exóticos aún.

Holanda era entonces un país con una economía en auge, fruto del éxito comercial de todos los negocios en general y de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales en particular. Los tulipanes en Holanda pronto se convirtieron en piezas de coleccionistas y símbolo de ostentación y riqueza.

 

Alrededor de los tulipanes se crearía un negocio que enriqueció a muchos avispados empresarios. El precio de los tulipanes se disparaba cada vez más y se cometían auténticos disparates en torno a la preciada flor, como intercambios de lujosas mansiones a cambio de un solo bulbo. En 1623 un bulbo de tulipán podía llegar a costar 1.000 florines, cuando los ingresos medios anuales de la población rondaban los 150 florines. Los holandeses que invertían enormes sumas de dinero en tulipanes obtenían unos beneficios que superaban el 450% de la inversión inicial, de hecho, con la tulipomanía se produjo la primera burbuja económica de la Historia.

Pero en 1636 llegó la peste bubónica a Holanda y diezmó su población, dejando sin mano de obra a los viveros. Los precios se incrementaron aún más, pero los compradores seguían adquiriendo bulbos. Se creó una auténtica especulación financiera, lo que se conoció como windhandel (negocio de aire), incluso, se vendían bulbos virtuales por catálogo.

 

En 1637 algunos especuladores comenzaron a vender sus tulipanes, intuyendo que la burbuja estallaba y sembrando el pánico en el país. El 5 de febrero de 1637 se produciría la última gran venta de tulipanes: un lote de 99 tulipanes por 90.000 florines. Al día siguiente, medio kilo de tulipanes puesto a la venta por 1.250 florines no encontró comprador. La economía holandesa quebró como resultado de la burbuja tulipomaníaca.

 

Charles Mackay, periodista escocés, dejaría constancia de este fenómeno especulativo, el primero de la Historia, en su libro Memorias de extraordinarias ilusiones y de la locura de las multitudes (1841).

 

Imágenes: *S A N D E E P*,  Perry McKenna.

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