A pesar de ser muy castigada por seísmos y por reconstrucciones más o menos afortunadas, sigue conservando su esencia románica.

En 1.147 la ciudad fue reconquistada por soldados portugueses y cruzados del norte europeo. Un cruzado inglés llamado Gilbert of Hastings fue elegido obispo y construyó una catedral en el lugar en que se encontraba la mezquita principal árabe. El primer edificio fue construido entre 1.147, y fue en el siglo XIII cuando adquirió el estilo románico tardío. Por supuesto, el terremoto de 1.755 destruyó la capilla gótica y el panteón real, además de otras estancias. En la fachada de la Sé, llamada también "Santa Maria Maior de Lisboa", podemos ver una profunda arcada y un rosetón, enmarcada por dos grandes torres de aspecto robusto, como si se tratara de una construcción románica de Normandía.

El interior es austero, pero merece la pena que lo recorramos para ver las distintas capillas. Más adelante, nos pedirán unos euros si queremos acceder al claustro, hoy día un yacimiento arqueológico donde se extraen las distintas capas de la ciudad. Merece la pena si eres un viajero curioso o aficionado a la historia.

Al lado, "La Tasca da Sé", el típico restaurante de la zona tradicional, que puede servir para coger fuerzas en nuestro paseo por La Alfama.

Fotos de Manuel González

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