Para Richard Strauss, el castillo era la fortaleza del Santo Grial de Sintra.

La fortificación militar que nos ha llegado desde el siglo IX ha tenido una función primordial de atalaya, cosa que podremos comprobar cuando paseemos por sus murallas. Por un lado, podremos vigilar toda la sierra de Sintra y por otro, podremos ojear el horizonte sobre el océano Atlántico. Lisboa y alrededores estaban bien cubiertas por este castillo. Accedemos por un paseo rodeado de espesa vegetación, que requerirá un pequeño esfuerzo, aunque una vez llegados al objetivo seremos recompensados con las vistas antes mencionadas. ¿Merece la pena si hace el típico día de niebla espesa, habitual en la zona? Sí, taunque tendremos que valorar si retrasamos esta visita concreta para un día despejado.

Dentro del castillo, podremos ver la Alcazaba, zona preparada como último reducto para resistir cualquier ataque, ya sea de fuera o de dentro de la fortaleza. También existe una cisterna, reconstruida tras el terremoto de 1.755, para recoger agua en caso de cerco enemigo. Podremos ver un osario del siglo XIX donde se recogen cuerpos exhumados de la restauración de una iglesia en el lugar o podremos pasear por la Torre Real, llamada así porque Fernando II solía sentarse allí para pintar. Hay quien dice que el trazado de los lienzos y la edificación de los torreones sobre escarpadas laderas corresponden más a la restauración realizada con el fin de incorporar el edificio al complejo romántico "da Pena".

Fotos de Manuel González.

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