Otra de esas ciudades en la Raya portuguesa, la frontera portuguesa española, en la que parace haberse detenido el tiempo.

Esta pequeña población se sitúa en un alto y también cuenta con una fortificación vigilante ante los señores de castilla. De Monsaraz se dice que es el pueblo de las siete iglesias, aunque realmente se incluyen pequeñas capillas y otras construcciones religiosas. Si realmente tuviera siete iglesias como la Matriz de Nossa Senhora da Lagoa, no se cabría en el terreno que queda para la población... Geraldo Sem Pavor la robó a los musulmanes y durante un tiempo fue posesión de templarios. Pero antes de todo eso, los primeros vecinos de la zona dejaron para la posteridad varios de los monumentos megalíticos más importantes de Europa, que en algunos sitios son nombrados como los “Falos de Monsaraz” por sus peculiares formas. Por fuera de las murallas medievales permanece casi intacta la fortificación abaluartada del siglo XVII. Siempre en guerra pero bien conservado.

Llama la atención sus calles con edificios de pizarra cubiertos de cal. Las chaminés también destacan en los tejados. En 1840 dejó de ser la población cabeza de la zona en favor de Reguengos de Monsaraz. He léido por ahí que llegó a estar muy abandonado y necesitó de algún repoblador que con su dinero atrajera a la gente y resconstruyera edificios. Monsaraz no es Patrimonio de la Humanidad aunque debería serlo, y en ello trabajan. Un café mirando desde las alturas las tierras de Alqueva o una buena comida regional es algo que no debemos pasar por alto.

Fotos de Manuel González.

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