Los piojos, que viven en el cuero cabelludo, prefieren la nuca y la zona trasera de las orejas para desarrollarse.

Los piojos (Pediculus capitis) son una variedad de insectos sin alas, o parásitos propios del hombre, que buscan alojamiento en el cuero cabelludo humano; donde, precisamente, desarrollan su ciclo vital alimentándose de sangre. 

Una vez que el piojo ha llegado a la cabeza, las hembras ponen sus huevos y los adhieren al pelo (formando la liendre); situándolos generalmente a 3 o 4 milímetros de la raíz para un mejor desarrollo por el calor que despende el propio cuerpo humano. Unos lugares muy comunes en los que suelen habitar son la zona de la nuca y detrás de las orejas.

Las liendres, que miden aproximadamente 0,8 milímetros, y son ovaladas y de color blanco; y se encuentran sujetas al pelo por una sustancia resistente al agua que hace difícil despegarlas. De esos huevos, será de donde salgan los piojos adultos; que pronto comenzarán a moverse por el cuero cabelludo succionando sangre; así como a reproducirse poniendo más huevos entre las 48 y las 72 horas. Resultan prácticamente imperceptibles dado que comienzan siendo translúcidos, y conforme van formándose, adquieren un color grisáceo oscuro que los hace aún más invisibles al camuflarlos con el cabello.

El contagio de los piojos, que recibe el nombre médico de Pediculosis, resulta muy sencillo por contacto entre individuos que sean portadores del parásito. Otra forma habitual de contagio es el uso compartido de utensilios capilares como cepillos, peines, pasadores, entre otros, o textiles como toallas, sábanas, almohadones, etc. 

Para comprobar que se trata de piojos, y no de cualquier residuo sin importancia, se puede pasar un peine especial o liendrera; o bien, sujetar directamente lo que creemos que es una liendre e intentar despegarla de la raíz del cabello con los dedos. Si resulta extremadamente dificultoso despegarlo, entonces es muy posible que se trate de esos incómodos huéspedes. 

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