Uno de los clásicos, por excelencia, de la literatura castellana de todos los tiempos. Fray Luis de León escribió prosa y poesía, dominando magistralmente ambas disciplinas.

El autor del siglo XVI cultivó la prosa y la poesía. En el primer campo, supo combinar la naturalidad léxica, propia del Renacimiento, con la selección y el artificio en otros aspectos de su literatura. Como poeta, aplicó la simplicidad al vocabulario y la sencillez de la imagen, siguiendo la línea garcilasiana.

Fray Luis de León nació en Belmonte (Cuenca) en el año 1528. Por sus venas corría sangre judía. A los quince años, ingresó en el convento agustino de Salamanca, donde estudió Teología. Terminó siendo catedrático de la universidad en la que había estudiado años antes. Su carácter, humilde y rebelde al mismo tiempo, le granjeó algunos enemigos. Acabó encarcelado en 1572, debido a supuestas irregularidades en la traducción, contraria al Concilio de Trento, del “Cantar de cantares”.

Sus obras en prosa más significativas son:

“De los nombres de Cristo”.

“La perfecta casada”.

“Exposición del Libro de Job”.

El Fray Luis de León poeta no pudo ver publicados sus versos, corrían de mano en mano entre los estudiantes, sus máximos admiradores. En cualquier caso, su obra poética es escasa y no llega a los cincuenta poemas. De entre ellos, las odas “En la Ascensión” y “A Francisco Salinas”.

 Una frase de Fray Luis de León, que ha pasado a la posteridad y que representa la filosofía vital de este insigne clásico de la literatura castellana, es la que pronunció en su incorporación a la universidad, tras años de cautiverio:

“Decíamos ayer...”.

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