Capítulo 4 del Génesis, Libro de la Biblia.

La gran enseñanza que nos provee este pasaje bíblico, parece una contradicción. La conocida narración de la muerte de Abel en manos de su hermano Caín, asombra a muchos al no comprender por qué razón Dios no intervino antes que el crimen se ejecutará.

El misterio de este asunto está en descubrir que la Salvación necesariamente no tiene que ver con la vida terrenal. La historia de la humanidad está llena de ejemplos de creyentes que son víctimas de asesinos que lo hieren a muerte; por mencionar un caso, piense en el primer mártir de la iglesia cristiana, el diácono Esteban quien por su santo proceder de anunciar los hechos más importantes de Jesús, fue apedreado hasta la muerte por sus oyentes. No debemos olvidar las persecuciones a la que fue sometida la iglesia primitiva quienes los llevaban a la muerte hombres tan sanguinarios como Caín, como fueron la mayoría de los emperadores romanos.

Por lo tanto, en el concepto de Salvación, estaba más vivo Abel que Caín como lo estaba Esteban de sus verdugos y como lo estaban aquellos que eran echados a los Leones. Solo hay dos caminos; Salvación o Perdición, y no porque seamos víctimas inocentes perdemos nuestra Salvación y Redención.

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