Pastinaca Sativa, ese es el nombre científico de la chirivía. Una hortaliza prácticamente desconocida y, que antes del descubrimiento de la patata, tenía un lugar importante en el consumo habitual de la población.

La raíz de la chirivía se utiliza como hortaliza y su forma es similar a la de la zanahoria, aunque su color es mucho más pálido. Es más rica en minerales y vitaminas y se suele cocinar en sopas.

También se la conoce como la zanahoria blanca. En Grecia y Roma su consumo era habitual, como en Europa, hasta el descubrimiento y llegada de la patata a nuestra dieta. Está compuesta en un 80% de agua y tiene muy pocas calorías, por lo que es idónea como complemento en dietas alimentarias.

Para su cultivo, debemos seleccionar de nuestra huerta la que más nos guste, bien por su tamaño o precocidad. Dejamos que el tallo vertical florezca y hasta que veamos las semillas en la umbela, que es cuando se ha secado prácticamente en su totalidad. Durante esta fase debemos protegerla de los pájaros para no perder las semillas. Cuando la semilla está formada, cortamos el tallo y lo ponemos a secar en un lugar oscuro, seco y aireado.

Rápidamente podremos separar las semillas, abundantes y aromatizadas. Las conservaremos hasta finales del invierno, principios de la primavera, en la que la que podremos sembrarlas en nuestros bancales. 

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