Eterna candidata a la lista de ciudades Patromonio de la Humanidad de Portugal, Marvao vigila desde las alturas.

La villa de Marvao, muy cerca de la española Valencia de Alcántara, fue levantada a más de ochocientos metros de altura sobre la sierra de São Mamede, muy cercana a la frontera con España. Tras una empinada carretera llegaremos una población medieval, de muros blancos y calles empedradas, tortuosa en sus calles y totalmente protegida por sus murallas. Marvao fue fundada por árabes y en 1160, don Afonso Henriques conquistó la villa para los cristianos. Dicen que fue fundada por Ibn Marwan, el mismo que fundó la ciudad de Badajoz. Durante siglos, Marvao fue el vigilante de la frontera y baluarte de la zona del Alentejo, siempre pendiente del ataque de los castellanos, imaginad lo que supone para un pueblo vivir pendiente del próximo asedio o ataque. En reconocimiento a esa tarea, los reyes portugueses adornaron su escudo de armas con el lema ‘Muy noble y siempre leal villa de Marvão’.

Si buscamos la Plaza del Pelourinho, veremos la columna desde la que en otro tiempo se leían edictos y se ajusticiaba a los malhechores. La calle del Espírito Santo sube en dirección al castillo, dejando a un lado la iglesia de Santa María, que es hoy el Museo Municipal. El largo de Santa María conduce hasta hermosos jardines que corren por todo el perímetro de las murallas hasta la iglesia de Santiago. Cada año se celebra una jornada gastronómica donde se puede disfrutar de los platos característicos de la zona, donde toma importancia la castaña, abundante en los alrededores.

Fotos de Manuel González.

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