Algunas reglas básicas que ayudarán a evitar la somnolencia durante la conducción.

Iniciar el trayecto descansado es una condición básica para lograr que la somnolencia no se apodere de nosotros durante el viaje. Dormir, al menos seis horas antes de iniciar el recorrido, se convierte en nuestro mejor aliado.

Antes de cualquier viaje procuraremos comer de manera frugal. Huiremos de comidas copiosas, pues las digestiones pesadas facilitan la disminución de los reflejos. No obstante, debemos tener en cuenta que la conducción es una actividad que requiere de una gran concentración. Por este motivo, la alimentación previa y durante el trayecto ha de ser completa y equilibrada, con el objeto de evitar el cansancio y las hipoglucemias.

Huelga decir que beber alcohol y conducir son incompatibles por multitud de razones. En relación con la somnolencia, el alcohol es un excelente inductor de la misma. De igual modo, nos abstendremos de ingerir medicamentos que provoquen este tipo de efectos secundarios.

Las paradas cada dos horas de trayecto, con el fin de relajarse y desestresarse, son una regla a cumplir escrupulosamente. Debemos aprovechar esas pequeñas pausas de diez o quince minutos para hidratarnos, estirar las piernas y romper con la rutina de la carretera. Turnarse en la conducción, caso de viajar más de una persona con permiso, también es una extraordinaria idea que evita la fatiga y el sueño.

Es importante que la temperatura en el interior del vehículo sea adecuada. Debe evitarse el calor excesivo. Tampoco es conveniente que exista una diferencia exagerada de grados respecto al exterior.

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