Esta popular expresión surgió en la Edad Media, con un significado mucho más literal que el de ahora.
“Echar el muerto a otro” es un dicho tradicional que se refiere al hecho de, según la RAE, imputar a un tercero la culpa de lo que no ha hecho, es decir, echar la culpa a otro de nuestros errores.
Para explicar su origen tenemos que remontarnos a la Edad Media. En esta época los crímenes eran muy frecuentes y se cometían a diario, para resolver cualquier disputa, por lo que no era extraño encontrar cadáveres en la calle al amanecer. Tan comunes eran los asesinatos que suponían un problema administrativo: los cadáveres eran responsabilidad del reino, que tenía que encargarse de recogerlos y darles un entierro digno, con el consecuente gasto que suponía esta carga.
Pues bien, para subsanar este gasto las leyes jurídicas medievales establecieron que cuando se encontrara un cadáver con evidencias de haber sido asesinado, si no se encontraba al responsable el pueblo entero debía pagar el homicisium, una multa. ¿Y qué hacían los aldeanos cuando encontraban un cadáver? Intentar evitar la multa y, para ello, transportaban sigilosamente el cuerpo al pueblo vecino.
Imágenes: Bochum1805, artberri.