Desde el punto de vista emocional, el mal genio es una combinación de ira, frustración, incapacidad y desahogo. Canalizar el mal genio es posible.

Una de las emociones que se expresa con mayor facilidad y que es muy dañina para nosotros mismos y las personas que nos rodean es el mal genio. En la familia se denomina, a veces, como la cantaleta, y en el trabajo se intenta ocultar bajo la figura del jefe estricto. Pero en ambos casos, mostrar mal genio no ayuda a mantener un ambiente cordial y fructífero para las relaciones ni para la obtención de resultados.

La mayoría de las veces, el mal genio se expresa sin la conciencia real del protagonista, quien no se da cuenta de la forma agresiva de su comportamiento. Otras veces, se hace referencia a la herencia cultural o familiar, y al aprendizaje que se recibió durante niño, pero no es suficiente disculpa para que no podamos revertir el mal genio.

Desde el punto de vista emocional, el mal genio es una combinación de ira, frustración, incapacidad y desahogo. Que al juntarse explotan para mandar el veneno hacia el exterior y evitar que nos sigamos intoxicando. Es sin duda una práctica saludable, individualmente hablando, expulsar la energía reprimida hacia nuestro entorno, para evitar que nos ahoguemos dentro de ella. Pero, ni nuestra familia, ni nuestros amigos, ni nuestros compañeros de trabajo, son culpables de nuestra situación, ni merecen ser agredidos por el mal genio.

Existen otras formas de expulsar y canalizar la energía dañina, como lo es la práctica del ejercicio o el deporte, la meditación y en general el desarrollo de actividades creativas y productivas, en donde el uso de la energía sirva de medio y de impulsor de la actuación. Pero para ello, debemos ser concientes de nuestro mal genio, que no debemos afectar nuestro entorno con él, y que podemos canalizar la energía en actividades que nos produzcan placer y desahogo.

 

 Soraya Bayo Romero

Coach Prof. Certificada

Consultora y Formadora

www.levantesoluciones.es

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