Esta es una de las expresiones más populares de España, pero ¿quién era el pobre Picio?

En realidad lo que solemos utilizar es un fragmento del dicho entero: “Eres más feo que Picio, que de feo que era el cura le dio la extremaunción con una caña de lo asustado que estaba”.

Picio, según la leyenda, era un zapatero que vivió en Alhendín, un municipio de la provincia de Granada, durante la invasión francesa. Hay quien asegura que lo conoció y hay quién dice que solo se trata de un personaje ficticio, algunos dicen que su nombre real era Francisco y que Picio no era más que un apodo. El caso es que Picio fue condenado a muerte por un delito sobre el que hay una gran incógnita, no sabemos qué delito cometió. Lo que sí sabemos es que, estando Picio en la capilla rezando por su salvación, le llegó la noticia de que había sido indultado y, tal fue su impresión, que se le cayó el pelo, no solo de la cabeza, sino también de sus cejas y pestañas. Para colmo, unos días más tarde le salieron también unos tumores que le deformaron la cara.

 

Su fealdad era tan grande que los vecinos le huían y se burlaban de él, por lo que Picio tuvo que trasladarse a vivir a Lanjarón. Pero de aquí también sería expulsado, pues se negaba a ir la Iglesia sin el pañuelo bajo el que ocultaba su cabeza.

 

Son innumerables los escritores que han utilizado en sus obras la expresión “más feo que Picio”: Benito Pérez Galdós, Miguel de Unamuno, Pío Baroja… Existiera Picio o no, ha pasado a la leyenda española como paradigma de la máxima fealdad conocida.

 

Imagen: Nomadic Lass.

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