Las plantas y las flores no sólo alegran y adornan nuestro jardín, también pueden formar parte de nuestra cocina y platos.

Todas las plantas silvestres, o la inmensa mayoría, son comestibles, por lo que un paseo por el campo, se convierte en una despensa. Muchas de ellas, se pueden ingerir crudas, aunque debemos tener cuidado con todas aquellas que su tallo o sus hojas, produzcan un jugo lechoso, así como las que desprendan un olor similar al de las almendras amargas, ya que tienen un alto contenido en ácido oxálico. La acedera, achicoria, ajo, cactus, ananas..

Pero si no queremos pasear por el campo, en nuesto jardín o incluso en nuestro balcón, podemos plantar en macetas, plantas comestibles. Deberán tener una profundidad de treinta centímetros mínimo y podemos sembrar, lechugas, judías trepadoras, rábanos, cebollas, remolachas, tomates, pimientos. Pero no sólo hay plantas comestibles, flores como las rosas, amapolas, claveles, malvas y gladiolos, entre otras muchas. Sólo debemos tener una precaución, deben ser silvestres o cultivadas por nosotros/as mismos/as y así garantizar la ausencia de productos tóxicos y químicos.

Las flores de calabaza son muy utilizadas en la cocina italiana, las caléndulas aromatizan bebidas y sus pétalos, aderezan ensaladas y las rosas, sirven como base a licores y dulces. Geranios y bulbos de tulipanes, rellenando sus pétalos de atún y patatas. La mayor parte de las flores pueden comerse, aunque siempre es recomendable, revisar el tratamiento que han recibido durante su cultivo.

María García Sánchez

Gestora de Proyectos

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