Seguro que alguna vez has escuchado esta expresión, ¿sabes a qué se refiere?

El consumo de alimentos de alto contenido calórico ha ido aumentando a lo largo del tiempo, de la mano, además, del descenso progresivo de la actividad física. ¿El resultado? Un desequilibrio energético que ha provocado obesidad, diabetes o hipercolesterolemia en la población de la mayoría de los países desarrollados.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de calorías vacías? A alimentos cuyo aporte al organismo consiste, fundamentalmente, en energía y pocos o ningún nutriente. Al consumir calorías vacías, tenemos que compensar esta carencia el aporte nutritivo con otros alimentos, aumentando, así, la cantidad total de calorías.

 

Normalmente, estas calorías vacías consisten en azúcares simples. Estos azúcares simples están presentes de forma natural en alimentos como la leche (lactosa) y la fruta (fructosa), pero estos alimentos son, además, ricos en agua, vitaminas, fibra y minerales. Aparte de azúcar, no están aportando otros elementos esenciales a nuestro organismo y, asimismo, la proporción de azúcares simples es acorde a la porción que tomemos. El problema fundamental reside en nuestra costumbre de añadir azúcares simples a todo lo que comemos (azúcar de mesa, cacao soluble…) y en el consumo habitual de alimentos procesados, refrescos y alcohol.

La relación entre lo que comemos y nuestro estado de salud es muy estrecha, por eso, es fundamental saber qué comemos en cada momento. Las calorías vacías son sólo un placer al paladar, por lo tanto, su consumo debería ser ocasional si queremos gozar de una buena salud y de un buen estado físico general.

 

Imágenes: peddhapatiaussiegall

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