Esta raza de perros caseros, cariñosos y juguetones llama la atención por su peculiar aspecto físico.

La raza, tal y como hoy la conocemos, es el fruto de una serie de cruces, que se efectuaron en Francia a finales del siglo XIX. El Bulldog Inglés puede considerarse su pariente más cercano, ambos son perros surgidos de razas tipo Mastiff. Si nos remontamos en el tiempo, el origen más lejano de estos animales podría situarse en el Imperio Romano y en la vieja Grecia.

Fue un perro muy común en los barrios obreros del París de finales del siglo XIX. Sin embargo, su popularidad se extendió rápidamente y pronto conquistó, por sus aptitudes y apariencia, a la élite social francesa. El primer estándar de la raza data de 1898.

Por lo que respecta a su apariencia, son perros de talla pequeña, compactos y robustos. Destaca su nariz chata y la cara y cola cortas. El hocico es ancho, al igual que sus potentes y cuadradas mandíbulas. Poseen un cráneo plano y una frente saltona. Sus orejas son redondeadas en la punta y erectas. Los ojos son de color oscuro, grandes y redondos. Por último, el peso de cada ejemplar oscila entre los 8 y los 14 kgs.

El Bulldog Francés es un perro muy sociable con personas de todas las edades. Además, llama la atención por su afabilidad y cariño. Es una raza idónea para personas que viven en ciudades o en pequeños pisos. Estos molosos son excelentes amigos de los niños, muy cotizados como mascotas y como perros guardianes. Una característica reseñable es que ladran sólo lo necesario, son, por tanto, relativamente silenciosos y este hecho refuerza su condición de animales de compañía muy preciados.

 

 

 

Fotos: Antonio Monroy Fernández

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