La Bolsa de valores es un potente indicador de los síntomas de la economía.

La Bolsa de valores constituye el centro neurálgico de la compraventa de títulos, que se va a clasificar según sean de nueva creación o más antiguos. Y su demanda, dependerá del interés que despierten entre los distintos compradores. 

En la Bolsa, se llevan a cabo las negociaciones entre los distintos agentes (empresas privadas o públicas, inversores e intermediarios) que demandan y ofrecen sus activos financieros; todo ello, con la finalidad de conseguir la mayor liquidez posible. Así, los activos más comunes son los derechos, las obligaciones, las acciones, los bonos públicos y privados, etc. Los títulos, además, van a dividirse entre los de renta fija (son un préstamo con intereses a la entidad que los emite) y los de renta variable (como las acciones, que simbolizan una parte del capital social).

Su funcionamiento sigue una trayectoria cíclica, lo que se explica en un esquema muy simple:

- Fase 1: las entidades que necesitan de financiación externa, tras solicitar su admisión para entrar en el mercado bursátil, emiten sus propios títulos; los cuales, serán adquiridos por algún inversionista que dispone de una gran liquidez.

- Fase 2: los propios inversionistas vuelven a ofrecer los títulos que había comprado; que, a su vez, volverán a ser adquiridos por nuevos ahorradores que quieren invertir en las mismas circunstancias que los propietarios anteriores.

De esa forma, el ritmo al que funciona el ciclo de compra y venta de activos financieros resulta inagotable, dado que la búsqueda del máximo beneficio lleva al constante aumento y disminución de las cotizaciones; sufriendo variaciones su valor de mercado. En España, el IBEX-35 es el índice principal que refleja los síntomas de la economía. 

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