Inherente a la celebración de elecciones llega, en tiempo tasado, el momento del relevo en las corporaciones y parlamentos y, consecuentemente, en los gobiernos municipales y autonómicos.

Para las personas implicadas, tanto para las que se van, como para las que llegan, supone un momento crítico, un momento de cambio y, por tanto, de adaptación y ubicación a una nueva situación.Cada circunstancia tiene sus características y cada persona es distinta a la hora de situarse ante ellas.

Para los que se van, se cierra una etapa y se produce una sensación de pérdida. Afrontar esta situación no es sencillo pues se entrecruzan las responsabilidades que han de cumplir como políticos con las sensaciones como persona. Hay quienes desconectan desde antes de iniciarse la campaña electoral y relajan su actividad diaria hasta la nada. Otros, por el contrario, cumplen fielmente sus agendas y actividades cual si negarán la realidad que se acerca.

En estos momentos, es cuando ha de saberse cerrar ciclos, pues ha habido y hay personas implicadas en los quehaceres diarios, con los que se ha tenido un contacto y una vinculación determinada durante los últimos años. No son solo los compañeros de grupo parlamentario, de partido, o de gobierno, sino todos aquellos colaboradores, ciudadanos en general o colectivos con los que ha habido una relación determinada.

Es conveniente, entiendo, agradecer a los colaboradores su dedicación y trabajo, así como todo aquello que te han aportado. Incluso aquellos con los que las relaciones no han sido las mejores, han enriquecido tu experiencia, conocimiento y te han hecho crecer como persona. También es conveniente pedir disculpas por aquellas decisiones o circunstancias que, seas consciente o no, han causado daño o perjuicio a otras personas. Así reconoces el derecho a los sentimientos individuales de los demás y les das valor. En lo político, colabora en el relevo haciendo que la persona que asume tus responsabilidades inicie su labor de la mejor manera posible.

Analiza, en un examen interior, si has cumplido tus expectativas, lo que has hecho, lo que has logrado y aprendido y en lo que te has equivocado. Valora como te ha enriquecido todo ello y, perdónate también, tienes derecho a ello, por decisiones que luego se vieron equivocadas. Y prepárate para el cambio. Echarás en falta la adrenalina de la tensión diaria, la agenda cargada, el ser referente para muchos y el sonar continuo del móvil.

Los que llegan, por su parte, lo hacen con ilusión. Con numerosas expectativas pero sin conocer en detalle donde se meten, las dinámicas concretas de su hacer diario, de los momentos de tensión y de angustia que llevarán a sus casas y que tendrán que afrontar solos. Nunca reconocerán lo grande que les parecerá un asunto concreto o lo minúsculo que se sentirán ante ciertas cuestiones. Comenzarán a sentir la soledad de la que ya hablamos en otro artículo. Esa soledad que hace mella, que encanece.

Unos consejos para los que llegan. Piensa en para qué estás ahí. Qué quieres hacer y cómo quieres marchar. Son tres preguntas importantes que requieren respuestas claras. Busca momentos, cuando la dinámica diaria te deje, para marcarte metas y objetivos. Escríbelos y ponlos en un lugar visible de tu despacho. Cuando llegues al nuevo lugar donde vas a trabajar, saluda. Vete despacho por despacho saludando y presentándote a quienes están ahí para ayudarte en tu labor diaria y a conseguir las metas que te has marcado. Cuídalas desde el principio. No pienses que son tu enemigo, pues si entras con recelo generaras desconfianza.

La política, no de ahora sino de siempre, es una actividad compleja. Te encontrarás con aquellos para los que eres formidable, en contraste con las críticas despiadadas no solo a tu gestión, sino a tu persona y entorno. Piensa siempre que no eres tú el objeto de las mismas, sino el papel que desempeñas en ese momento. Intenta ser frio y, de vez en cuando, aléjate, relájate y tranquilízate. La política es una carrera de fondo y necesitarás todo la energía. Baja la intensidad y mejora en eficacia. Recuerda siempre que el mundo sabría seguir sin ti.

 

Alberto Astorga

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