La colaboración entre empresas es fundamental para el crecimiento de nuestro negocio, pues nos da la oportunidad de afrontar proyectos más ambiciosos, pero, ¿qué hay que tener en cuenta antes de embarcarse en una colaboración empresarial?

Una colaboración permite que varias empresas o personas trabajen en un proyecto común: cada una de las partes aporta unos recursos y, en función de estos, obtendrá un beneficio directo (capital, publicidad…) o indirecto (reputación, contactos…).

Ante una proposición para una colaboración empresarial lo primero que tenemos que plantearnos es en qué situación está nuestra empresa y qué impacto va a tener esa colaboración sobre la misma: recursos a dedicar, compromisos y obligaciones, armonización con el resto de actividades…

 

Por otro lado, una colaboración puede ser gratuita, es decir, no tendremos que aportar dinero, pero aun así, ninguna colaboración que hagamos debe ser desinteresada. La colaboración tiene que aportarnos algún beneficio, pues siempre supondrá para nuestra empresa, como poco, un malgasto de tiempo. Es decir, aunque la colaboración no nos rinda directamente desde un punto de vista económico, sí que tiene que aportarnos algo, ya sea reputación, potenciales nuevos clientes, contactos…

 

Pero no solo debemos preocuparnos de qué nos aportará el proyecto, sino también de qué nos pide a cambio de esos beneficios y cuál es el objetivo, tanto del proyecto en su conjunto como de nuestra participación.

Y finalmente, si somos nosotros los que ofrecemos la colaboración a otras empresas, tenemos que delimitar de forma que queden claros estos tres puntos: meta del proyecto, papel de cada participante y beneficios. Todo tiene que reflejarse por escrito en un contrato que nos garantice que todas las partes asumen su compromiso.

 

Imágenes: lumaxart, lumaxart.

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