La reputación personal y la reputación corporativa están muchas veces relacionadas, pero tienen sus peculiaridades.

Todas las personas y organizaciones tienen su reputación, aunque no piensen en ella ni trabajen para mejorarla.

Actualmente, la reputación tanto personal como corporativa está muy ligada al mundo de Internet. Los “famosos” (deportistas, artistas, políticos…) y las grandes empresas tienen una reputación que viene dada de las noticias que sobre ellos han salido en los últimos años tanto en medios de comunicación tradicionales (televisión, radio, prensa escrita) como en Internet.

Pero para el resto de los humanos, nuestra reputación viene dada por lo que Internet cuente de nosotros. Es lo que se llama reputación online y que a nosotros nos gusta definir como reputación defensiva.

Si queremos distinguir entre reputación personal y corporativa:

  • La reputación personal es la reputación que tenemos cada uno de nosotros. En nuestro entorno más cercanos, viene dada por la experiencia que otras personas hayan tenido con nosotros (somos galantes, de fiar, coléricos…). Pero como no somos conocidos por el público general, nuestra reputación ante quien no nos conoce (o nos conoce poco), se basa en lo que encuentren en Internet sobre nosotros y las interacciones que tengan a través de redes sociales, correos electrónicos o llamadas telefónicas.
  • La reputación corporativa o reputación empresarial, por su parte, es la reputación que tiene la organización en la que trabajamos o a la que estamos ligados de alguna manera (bien porque seamos empleados, socios, consejeros, proveedores…).

Con estas dos breves definiciones, podemos deducir las diferencias entre los dos conceptos. Sin embargo, no podemos engañarnos. Nuestra reputación personal estará muy ligada a la reputación corporativa. Si la fama de una empresa es buena (gana mucho dinero, está en la lista de los sitios donde es más agradable trabajar...), sus empleados gritan a los cuatro vientos que trabajan allí. Si la reputación de la organización es mala (tiene fama de contaminante, está en quiebra...), se mantiene cierta reserva en la información.

También me atrevo a decir que, en el caso de las organizaciones, la reputación personal de sus líderes (el dueño de una PYME, por ejemplo), afecta y mucho a la reputación de la organización. Por eso, cada vez más empresas se preocupan de la reputación online de sus directivos.

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